Marcha por la familia en La Plata |
El feminismo, que transformó la lucha de clases en una lucha entre los sexos, usa, como el marxismo, la dialéctica hegeliana. Por eso el proyecto asume que el victimario siempre es un hombre: “La mujer que padece violencia y el hombre que la ejerce” (art. 9 inc.l); “asistencia a las mujeres que padecen violencia y la rehabilitación de los hombres que la ejercen” (art. 9 inc.p); “Programas de reeducación destinados a los hombres que ejercen violencia” (art.10 inc.7). Sin embargo, para ejercer violencia no hace falta tener un determinado sexo, alcanza con poseer algún tipo de poder y que su ejercicio degenere en abuso. Una mirada desideologizada sobre la violencia que padece la mujer señala rápidamente que el agresor no siempre es un hombre: hay madres que ejercen violencia contra hijas pequeñas o por nacer, hijas que ejercen violencia contra madres ancianas, jefas que ejercen violencia contra subordinadas, lesbianas que ejercen violencia contra su pareja, etc.
Como ocurre con “discriminación”, el de violencia es una concepto manipulado por la “cultura de la muerte” para imponer “derechos sexuales y reproductivos” de allí que uno de los “derechos protegidos” en el proyecto sancionado sea “decidir sobre la vida reproductiva” y una de las “modalidades de violencia” la “violencia contra la libertad reproductiva”. Recordemos que los diversos comités del sistema de derechos humanos de la ONU consideran violencia toda traba legal, familiar o social que impida el aborto en cualquier momento del embarazo. Tal como ocurrió en el Senado, la vinculación entre "no violencia" y aborto se hizo palpable durante el debate.
Boletín Notivida Nº 581 de 11 de marzo de 2009
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